Cuando un equipo se siente presionado, a menudo confunde las buenas decisiones para su proyecto (o producto) con aquellas que le ayudan a quitarse la presión. Lo mismo parece estar sucediendo con las empresas y el COVID-19.
Los equipos y la presión
Existe un comportamiento frecuente en los equipos de trabajo. Aquellos que quieren llegar a la entrega lo antes posible. Apremiados por la fecha de entrega, la presión de sus jefes o clientes, por mala gestión de la incertidumbre u otras circunstancias, avanzan en su toma de acción de forma rápida, apresurada, nerviosa y en consecuencia errática.
El objetivo de un equipo debe ser el de entregar siempre con la máxima calidad, una solución que resuelva de la forma más eficiente un problema específico (y real) y que al hacerlo, genere un beneficio en la relación negocio y personas/clientes.
Sin embargo, cuando el equipo se siente presionado, su objetivo, puede mutar en “quitarse la presión de encima”.
Aunque es frecuente ver a empresas que incluso incentivan esta presión, es un comportamiento importante a gestionar dentro de las empresas. De no hacerlo, podrán entregar una magnífica liberación de su presión, acompañada de una pobre solución que incumpla las expectativas u objetivos deseados.
Paradójicamente, cuanto mayor es la presión, más debe tener un equipo la capacidad de detenerse. Cuando tienes presión y te dejas llevar por la inercia, más difícil resulta frenar y pensar con claridad.
Saber detenerse y liberar la presión, ayuda a pensar con claridad y hacer elecciones adecuadas, nos permite buscar y explorar diferentes soluciones, debatirlas, probarlas…
Detenerse y preguntarse ¿Qué problema estamos queriendo resolver? Supone frecuentemente la diferencia entre entregar productos o proyectos de éxito o no. Para lograr este ‘Stop’ anímico, frecuentemente basta con no hacer nada durante cinco-diez minutos. Sí, nada.
— Detenerse y preguntarse ¿Qué problema estamos queriendo resolver? Supone frecuentemente la diferencia entre entregar productos o proyectos de éxito o no. —
La empresas y el COVID-19
Estamos asomados a una situación sin precedentes en la era moderna. Un inesperado cisne negro que amenaza, si es que no ha conseguido ya, detener la actividad económica de nuestro planeta.
El microscópico “Coronavirus” está dejando un importante reguero de muerte, miedo y economías que se tambalean fruto de una multitud de empresas que están siendo, a mi juicio, reactivas ante la amenaza.
Como sucede con los equipos de trabajo, están sintiendo la fuerte de una descomunal incertidumbre sobre el impacto y la duración que la situación tendrá en sus cuentas de resultados, equipos etc…
Este virus parece una amenaza cierta, sin duda, a la que no ayuda una toma de decisiones precipitada.
Es válido explorar opciones, tener ideas, sopesar escenarios. Pero sobre todo es el momento de detenerse. De tomarse el tiempo necesario para pensar con claridad y tener la certeza de que estamos tomando las decisiones adecuadas, las que corresponden al momento que vivimos, a las necesidades de nuestros equipos, nuestros clientes y aquellas que nos permitirán estar preparados para estar bien posicionados en el momento en que todo pase, que pasará.
Si los equipos fallan en sus decisiones las consecuencias pueden ser importantes. Perder dinero, recursos, clientes, provocar despidos… Conviene pensar en el daño que pueden implicar estar errando en las compañías, estar pensando en frenar proyectos, detener inversiones, despedir gente puede parecer una gran idea ahora… Pero un error para afrontar el momento posterior.
Pensar de forma estratégica es pensar en la precaución y en las amenazas, no como un elemento de protección, sino como un factor de preparación para tener una posición favorecedora cuando las circunstancias lo permitan. El objetivo no es detener el golpe, es intentar moverse hacia una posición de ventaja.
— El objetivo no es detener el golpe, es moverse hacia el lugar adecuado para competir después — .
Es tan importante atender el corto plazo como diseñar el largo plazo. Ambos están conectados. Una estrategia sin mirar hacia donde se quiere ir, no es una estrategia.
Paremos un segundo, respiremos con nuestros equipos y preguntémonos ¿Dónde queremos estar en unos meses? ¿Qué es lo que estamos queriendo resolver? ¿Qué necesitaremos resolver?
Y ahora, ¿Tomarás las mismas decisiones?
Gracias por tu tiempo en la lectura